La pandemia sigue golpeando con fuerza al mercado laboral

La Encuesta de Población Activa (EPA) publicada ayer por el Instituto Nacional de Estadística, correspondiente al tercer trimestre de 2020, continúa reflejando los significativos efectos negativos de la pandemia sobre el mercado laboral español, que confirma su deterioro histórico. En lo que respecta al empleo, con respecto al trimestre anterior, la ocupación aumenta en 569.600 personas, lo que representa una subida del 3,1% con respecto al trimestre anterior. Por el contrario, la comparativa con el mismo trimestre de 2019 arroja una caída interanual del 3,5% (697.500 ocupados menos). Y ello a pesar de que las personas afectadas por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) con suspensión de empleo se consideran ocupadas, según la metodología de la EPA.

La Encuesta de Población Activa (EPA) publicada ayer por el Instituto Nacional de Estadística, correspondiente al tercer trimestre de 2020, continúa reflejando los significativos efectos negativos de la pandemia sobre el mercado laboral español, que confirma su deterioro histórico.

 

En lo que respecta al empleo, con respecto al trimestre anterior, la ocupación aumenta en 569.600 personas, lo que representa una subida del 3,1% con respecto al trimestre anterior. Por el contrario, la comparativa con el mismo trimestre de 2019 arroja una caída interanual del 3,5% (697.500 ocupados menos). Y ello a pesar de que las personas afectadas por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) con suspensión de empleo se consideran ocupadas, según la metodología de la EPA.

 

En este sentido, cuando se calcula la ocupación a partir de las horas efectivas de trabajo realizadas, el número de horas trabajadas experimenta un inusual incremento respecto del trimestre anterior, debido al descenso entre julio y septiembre de las ausencias del empleo por ERTE y paro parcial por razones técnicas o económicas, o enfermedad, accidente o incapacidad temporal. En concreto, las horas efectivas de trabajo realizadas en el tercer trimestre aumentaron un 15,1% respecto trimestre anterior, pese a haber sido un periodo típicamente vacacional.

 

En cuanto al número de personas en situación de desempleo, la cifra sube en 355.000 personas en este trimestre, situando la tasa de paro en el 16,3% de la población activa, por encima del 15,3% registrado durante el segundo trimestre del año. En términos interanuales, el número desempleados aumenta en 508.500 personas, que implica una tasa de variación anual del 15,8%.

 

El final del confinamiento en junio, y con ello la posibilidad de buscar empleo, ha ido normalizando el comportamiento de la población activa. Así, durante este trimestre, se recupera el número de personas activas y como contrapartida disminuyen las que están fuera del mercado laboral. Concretamente, durante este trimestre se registra un incremento de 924.600 personas activas en relación con el trimestre anterior, lo que arroja una subida de 2,3 puntos de la tasa de actividad (57,8%). En términos interanuales, la cifra de inactivos cae en 188.900 personas (-0,8%).

 

Por su parte, el número de personas inactivas desciende en 892.700 personas en relación con el segundo trimestre. De ellas, 485.800 eran personas que, si bien fueron clasificadas como inactivas, estaban disponibles para trabajar, y por tanto han pasado al paro a estar ocupados.

 

Con respecto a la situación de los hogares, la cifra de hogares con todos sus miembros activos en paro creció en 23.900 hogares, cerca de un 2,1% más respecto al trimestre anterior. En términos interanuales, el número aumenta en 162.800 hogares en relación con el mismo trimestre de 2019, esto es, experimentó una subida del 16,1%. De este modo, en el 37,4% de los hogares españoles no hay ningún activo o todos están parados.

 

Perspectivas

 

Los datos del mercado laboral continúan reflejando la profunda recesión que afronta la economía española, no conocida en las últimas décadas. Según las previsiones de la Cámara de Comercio de España, el PIB español experimentará una caída abrupta cercana al 14,3% interanual en el conjunto de 2020, cifra nunca antes registrada y uno de los descensos más pronunciados de la zona euro. Una caída en el crecimiento económico que pasará factura sobre el mercado de trabajo, con el intenso descenso de la ocupación que se está confirmando y que la Cámara de España estima en una caída del 8,7% para el conjunto de 2020.  Unas previsiones que podrían empeorar ante el aumento de la intensidad de los rebrotes en las últimas semanas, que supondrían medidas de contención severas; o ante un eventual retraso en la disposición de una solución efectiva al coronavirus, que condicionaría la senda de recuperación del medio plazo.

 

En este marco, el diálogo y el consenso entre las principales fuerzas políticas, económicas y sociales continúa siendo prioritario para adoptar las medidas y reformas que la recuperación y la reconstrucción requieren.

 

Se trata del pilar más eficaz para generar la confianza y el ánimo que el tejido empresarial necesita para devolver al país a la senda del crecimiento. Un entorno de seguridad en el que pueda desarrollarse la cooperación público-privada como herramienta para fomentar el crecimiento, la competitividad de nuestra economía y, en definitiva, para impulsar el desarrollo y el bienestar de los ciudadanos.

 

En el corto plazo, es necesario extender y modular, hasta cuando se precise, el sostenimiento de rentas, las ayudas a los autónomos y los expedientes de regulación temporal de empleo en algunas actividades. Sin olvidar la prolongación de las líneas de apoyo público a la liquidez de las empresas, en particular para aquellas compañías con perspectivas más sólidas de viabilidad y con plazos de carencia y amortización más flexibles. En estos momentos, ningún sector de actividad puede quedar atrás.

 

En el medio plazo, los principales desafíos de la economía española pasan necesariamente por aplicar reformas estructurales ambiciosas que permitan aumentar nuestro crecimiento potencial en el escenario de los próximos años. En el ámbito específico del mercado laboral, deben aplicarse actuaciones específicas capaces de perfeccionar su funcionamiento. Principalmente, para avanzar en la inclusión de los colectivos con mayores problemas para acceder al mercado de trabajo, como los parados de larga duración, los mayores de 45 años o los jóvenes, así como para reducir la burocracia y los costes vinculados al proceso de contratación laboral, y para mejorar la eficacia de las políticas activas de empleo. 

 

Y, por supuesto, sin olvidar la necesaria conexión creciente entre el sistema educativo y el ámbito productivo, con una mayor aproximación de los programas formativos de los futuros trabajadores o parados a los requerimientos que demandan las empresas.

 

Por último, debe impulsarse el emprendimiento como vía adicional para la creación de empleo, lo que pasa por mayor información y asesoramiento, así como medidas que simplifiquen la puesta en marcha de un negocio.

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